27 jul 2008

HISTORIETA - EL CHE DE BRECCIA Y OESTERHELD

radar

Domingo, 20 de Julio de 2008

Los cuadros del Che

Pocas semanas después de la muerte del Che en Bolivia, el editor Jorge Alvarez, entonces al frente de uno de los mejores sellos editoriales de la Argentina, les propuso a Héctor Germán Oesterheld y a Alberto Breccia que hicieran la vida de Guevara en historieta. Atento a la situación nacional, les ofreció mantenerlos en el anonimato. Oesterheld redobló la apuesta y pidió sus nombres en la tapa. Al poco tiempo, por supuesto, la edición fue secuestrada. Ahora, Vida del Che, que marcó también el deslumbrante debut de Enrique Breccia a los 22 años, llega en edición local y sin los errores que forzaron las apuradas de entonces.

Por Martín Pérez

Apenas tres meses. Ese fue el tiempo que hubo entre la noticia de la muerte del Che Guevara y la aparición de Vida del Che, una historieta cuyas curiosas circunstancias la convirtieron en uno de los capítulos más desconocidos de la carrera de dos mitos de la historia local del género.

Con guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Alberto Breccia y su hijo Enrique –que a los 22 años firmaba por primera vez un trabajo propio–, la historieta fue publicada por la editorial Jorge Alvarez, que por entonces publicaba los primeros volúmenes recopilatorios de Mafalda, pero también obras de Manuel Puig, David Viñas, Oscar Masotta, Bernardo Kordon y Germán Rozenmacher, entre otros. Vida del Che salió a la venta en enero de 1968, y apenas unos meses más tarde la editorial fue allanada y la edición fue secuestrada junto con los originales, que fueron destruidos. Poco antes, el diario La Nación había publicado un editorial advirtiendo sobre el peligro de la existencia de una historieta sobre un personaje revolucionario como el Che.

Cuando casi veinte años más tarde la historieta fue recuperada del olvido a todo lujo y tapa dura por la editorial española Ikusager, su reedición –de un precio prohibitivo en su momento para el mercado local– se hizo gracias a uno de aquellos ejemplares que se salvaron del secuestro, que supo guardar Alberto Breccia. Uno de los mitos de la historia de Vida del Che es que ese ejemplar había sido enterrado por Alberto para salvarlo de su destrucción, confiando en poder utilizarlo para reeditar el trabajo en tiempos mejores. En un revelador artículo firmado por Fernando Ariel García, que acompaña la flamante reedición aniversario de Vida del Che, ahora con el título de Che, vida de Ernesto Che Guevara (Doedytores), Enrique Breccia pone en duda aquella historia. “Es cierto que el libro fue secuestrado poco después de su salida, pero por Jorge Alvarez llegamos a saber que se había vendido bien y que obtuvo una buena repercusión general. Pero nadie nos persiguió ni apretó. Ningún militar apareció ni por la casa de mi padre ni por la mía”, recuerda. “Y eso de que mi padre enterró un ejemplar en su jardín es algo que desconozco. Pero aplicando el sentido común: ¿con qué fin hubiera sido necesario enterrar un único ejemplar? Fueron destruidos los originales, pero no los ejemplares que alcanzaron a venderse, que son los que se siguen utilizando para imprimir las sucesivas reediciones de la historieta. Por otro lado, nuestras vidas jamás corrieron ningún peligro, salvo el de morirnos de hambre por la miseria que cobramos por nuestro trabajo.”

EL ENCUENTRO DEL CHE CON EZEQUIEL MARTINEZ ESTRADA, DIBUJADO POR ALBERTO BRECCIA

Según contó el propio Oesterheld en la ineludible entrevista realizada por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno en marzo de 1975 –reproducida en su Historia de la Historieta Argentina (1980)–, la idea de hacer Vida del Che fue de Jorge Alvarez. Pero también cuenta que, como corrían tiempos dictatoriales, Alvarez le ofreció la alternativa de no firmar la obra. “Le dije que una historia con un personaje como el Che no merece que se haga a escondidas”, explicó Oesterheld. Y agregó que le dobló la apuesta a Alvarez: “No sólo quiero firmarlo, sino que quiero mi nombre en la tapa”. En esa misma entrevista, el legendario guionista también cuenta cómo un viejo amigo periodista que en aquel entonces trabajaba para la embajada norteamericana lo llamó para decirle que le había impresionado la calidad de la historieta del Che. Y le ofrecieron hacer lo mismo con la vida de Kennedy, tentándolo con viajar a los Estados Unidos para documentarse. También agrega, casi al final de la que tal vez haya sido la última gran entrevista que dio en su vida, y aclarando que no podían incluirlo en el reportaje, que el mejor escritor argentino, en su opinión, era el Che. “Es uno de los intelectuales que más defiendo”, decía entonces Oesterheld. “El tipo más leído en Argentina y el autor más tradicional. El más comentado y el más estudiado. Claro, algunos podrán objetarme que lo que él escribió no era ficción. Sin embargo, Churchill recibió el Premio Nobel de Literatura por la Historia de la Segunda Guerra Mundial. Con ese mismo criterio, el Che merece en Argentina todos los premios habidos y por haber. Su Diario del Che en Bolivia es una pieza única, todavía estamos reeditándola ¿Por qué será?”.

Al leer Vida del Che a cuarenta años de su edición original –y ochenta del nacimiento de Guevara–, es imposible no sentir la emoción de la urgencia con la que fue realizada. La muerte del Che estaba fresca, demasiado. Contó Oesterheld que originalmente la historieta estaba planeada para salir antes del fin de año. Terminó saliendo en enero, cuando todo el mundo estaba de vacaciones. Sin embargo, para marzo la primera edición casi se había agotado. “Se vendió como pan fresco, era una revista chiquita, del tamaño de lo que luego sería la revista Skorpio”, cuenta Enrique Breccia, que recuerda haber guardado durante mucho tiempo alguna página del guión original de Oesterheld. “Tenía los diálogos y nada más”, explica. “Arriba de eso podías hacer lo que quisieras.” Y lo que hizo Enrique Breccia con ese guión es otra de las maravillas de recorrer nuevamente aquella historieta: porque en sus páginas se puede reconocer el nacimiento de un dibujante extraordinario.

LA PAGINA INICIAL DEL LIBRO, TAL VEZ LA MAS CONOCIDA, OBRA DE ENRIQUE BRECCIA

La división de trabajo entre padre e hijo es simple: Alberto estaba a cargo del guión que recorría la historia del Che, y Enrique de su final en Bolivia. En un principio ambas historias iban a ir separadas, pero al final se decidió intercalarlas. Pero aunque trabajaron los dos en un mismo ámbito, el de la casa familiar en Haedo, cada uno de ellos trabajó solo. “No gané ni un mango con esa historieta, porque la dibujé sobre cartulina enyesada, y me pagaban por página la mitad de lo que me costaba cada hoja”, recordó Enrique en una entrevista realizada hace un par de años en su hogar de Mar del Sur. Y agregaba que lo que a Oesterheld le interesaba del Che era su faceta trágica. Sin embargo, recuerda que cuando el guionista le preguntó a él por qué iba a hacerla, Enrique contestó entonces, encarnando sus propias contradicciones de entonces, joven militante de 22 años: “La voy a hacer porque soy peronista”.

La versión definitiva

El apuro con que se editó en su momento Vida del Che hizo que su versión original contuviese varios errores, que se repitieron cuando la historieta se recuperó en la edición de Ikusager de 1987. Algunos de ellos fueron corregidos en la edición argentina de Imaginador (1997), pero la flamante edición aniversario de Doedytores es lo más cercano a una edición definitiva. Muchos de los errores son de nombres y hechos históricos, pero el primero y más famoso de todos los fallos de la edición original, según cuenta Fernando Ariel García, es uno que reconoció Alberto Breccia en el documental Breccia x cuatro (1988), de Julio Cardoso y Marcelo Schapces. Decía allí Breccia: “Me acuerdo que dejé un cuadro en blanco porque tenía que pegarle la partida de nacimiento del Che y no me llegó a tiempo, y todo el mundo creyó ver en ello una genialidad de mi parte”. En esta versión definitiva, en la primera plancha del segundo capítulo, “Ernestito”, se puede ver la partida de nacimiento que llegó por fin, cuarenta años más tarde.

5 jul 2008

Consignas propuestas para la unidad tres


Los libros de autoayuda

· ¿Es posible definir a los libros de autoayuda - como El alquimista de Paulo Coelho - a partir de conceptos como los de literatura popular o fenómeno de mercado? ¿Por qué?

La divulgación histórica

· ¿Cómo puede justificarse esta frase de Oscar Steimberg a partir del análisis de los libros de divulgación histórica que propone Pablo Semán: “nadie puede creer ya que el sentido de un texto se produzca en su interior, desvinculado de su contexto”?

· Elegir un programa televisivo de divulgación histórica, literaria, científica o artística (que no sea “Algo habrán hecho” y que se encuentre actualmente en el aire) y redactar una crítica tal como lo hacen Sábato y Lobato. Luego, responder a esta crítica defendiendo ese formato televisivo.

La historieta

· Seleccionar entre cinco y diez viñetas de una historieta cualquiera y analizarlas tal como lo hace Umberto Eco con “Steve Canyon” en Apocalípticos e integrados. No olvides poner en relación los aspectos estilísticos del dibujo con el relato y sus implicaciones ideológicas.

1 jul 2008

Historia de la historieta argentina

En el siguiente link van a poder descargar la presentación de ppt que estuvimos viendo en clase sobre la historia de la historieta argentina.
Les recomiendo también la lectura de los capítulos mencionados de "Leyendo historietas", el libro de Oscar Steimberg y el análisis de las historietas de Breccia centradas en la transposición de textos literarios clásicos.
(El corazón delator, El otro yo del Dr. Jekyll , Las aventura del barón Munchhausen , Miedo )

19 jun 2008

Historia, política y best sellers

Esta segunda parte de la unidad titulada “¿Literatura de masas o fenómenos de mercado?” tiene como principal finalidad la problematización de los programas televisivos y los productos literarios dedicados a la divulgación histórica. Tal como sostiene Pablo Semán, el boom de la literatura de divulgación se correspondió temporalmente con la crisis que sufrió la Argentina y que estalló en 2001. En efecto, el sector social más afectado por la situación crítica que vivió nuestro país en ese momento fue la clase media y no es casual que sea este mismo grupo el que se vuelca a la lectura de estos nuevos productos que ofrece el mercado literario. Esta observación permite a Semán a firmar que el problema de estos nuevos consumos relacionados a la historia - que los libros de Pigna, Lanata y Aguinis supieron convocar - se inscriben, en realidad, en una problemática más amplia que refiere al complejo vínculo entre las clases medias, la literatura de masas y el compromiso político. Son dos los interrogantes que el autor se plantea antes de iniciar su análisis, a saber: ¿cuál es el valor político de la aparición y circulación estos libros? y ¿cuál es su relación con la vida política del país y con las representaciones de nación que la constitución? ante las preguntas, ensaya una respuesta tentativa: "estos libros han mediado en la reconstitución de los sentimientos nacionales y de los compromisos políticos, en una secuencia que ha pasado de expresar la distancia y la expatriación simbólica a enunciar ciertas formas de compromiso político."

De esta manera, la distancia, le reproche y la voluntad de ser argentinos se enlazan como instancias sucesivas en la búsqueda de una explicación de nuestra historia y nuestro presente que nos permita, a la vez, reconstituirnos como nación. Así, luego de un primer momento de alejamiento emocional o, incluso, físico de la Argentina, se produce un cuestionamiento sumamente crítico del papel que las clases dirigentes han cumplido en la configuración de un pasado y un presente donde la desigualdad y la injusticia social han permanecido como constantes históricas. Sin embargo, a este momento negativo sigue uno positivo cuyo principal propósito es plantear formas alternativas de compromiso político y de participación ciudadana a partir de la revalorización de los modelos que nos ofrece la historia nacional.

Aun reconociendo la pertinencia en una de las críticas historiográficas que Hilda Sábato y Mirta Lobato, entre otros, efectúan a estos productos masivos, Semán prefiere eludir el criterio valorativo para centrarse en la razón de los consumos y en el ejercicio del poder de agencia de los lectores por sobre aquello que les propone el texto. Tal como afirma Beatriz Sarlo, las disputas que sobre el tema tuvieron lugar en distintos medios de comunicación se originan más en una preocupación por legitimar la propia posición que los agentes ocupan el espacio social (ya sea académico o mediático) que en un auténtico interés que concierna las formas de narrar la historia nacional. En síntesis, aun cuando sea la escuela el lugar tradicionalmente destinado a promover la reflexión, lo cierto es que estos discursos promueven una forma especial de reflexión social por descentramiento que se encuentra ausente el ámbito escolar. Su calidad no merma el hecho de que son socialmente eficaces dado que apelan a representaciones y percepciones preexistentes en las clases medias argentinas.

A fin de analizar los usos de la historia, Semán no sólo recurre a los textos mismos sino que fundamentalmente observa una de las instancias privilegiadas de encuentro entre lectores y escritores: la feria del libro. Asiste entonces a las presentaciones de “El atroz encanto de ser argentinos" de Marcos Aguinis, “ADN” de Jorge Lanata y "Los mitos de la historia Argentina 2" de Felipe Pigna que tiene en la feria en 2005. A partir del estudio etnográfico de las performances, consigue identificar la visión del pasado y el objetivo que persigue cada uno de los autores así como el público que asiste en cada uno de los casos y la relación que establece con el mensaje textual. Podríamos sintetizar en el siguiente cuadro comparativo de similitudes y diferencias estos criterios permiten advertir entre los distintos autores:


AGUINIS

LANATA

PIGNA

Visión del pasado

“Edad de oro” ubicada entre 1880-1930 (surgimiento y auge de la clase media)

Lucha entre la Argentina real/la Argentina ficticia (la primera compuesta por la “gente" y la segunda por los dirigentes)

Enfrentamiento entre el federalismo-democrático y el unitarismo-autoritario

Público

Clase media/media alta

Clase media

Clase media y media baja. Mayor porcentaje de jóvenes.

Énfasis

Voluntad de ser argentinos

Reproche

Reproche ­­­­­ y voluntad de ser argentinos

Carácter de la presentación

­­ Político

Periodístico

Mediático

Objetivo

Restauración del proyecto liberal - antiperonismo

Crítica al neoliberalismo-militancia de corte populista

A manera de conclusión, Pablo Semán afirma el potencial político que estos textos tienen para un público que busca las causas del desencanto político sufrido por la coyuntura de 2001. Recurren al pasado para reconstituir su identidad nacional a partir de la revalorización del pasado y de sus héroes, para descubrir una nueva forma de ser argentinos en medio de la crisis.

14 jun 2008

La literatura de autoayuda: sobre "un lector de Paulo Coelho"

El fenómeno de la literatura de autoayuda es, indudablemente, uno de los más llamativos en los últimos años. A propósito de esto, el diario platense "Diario hoy" publicó un artículo de Luciano Gravellone titulado "Nuevo boom de los libros de autoayuda" en el cual se informaba del impacto de este nuevo género literario en los lectores argentinos:

"Jorge Bucay, John Gray, Andrés Perciavale, Osho y Daniela Di Segni ganaron un espacio -cada vez más grande- en las bibliotecas platenses. Se trata de autores que, con diferentes técnicas, poblaron el mercado con textos de autoayuda y superación personal.
Quedarse en uno mismo. Dejar de fumar. Amasar fortunas. Ser exitoso en el trabajo o las relaciones sexuales. Los títulos abruman y colman las góndolas de las librerías. Se ofrecen como manuales de supervivencia o guías para vivir mejor. La tentación es fuerte, por eso se transformaron en un éxito.
Verónica Moreno, empleada en Rayuela, explicó a Hoy que “la tendencia es comprar la línea de autoayuda. Siempre se venden bien, son como un reemplazo del psicólogo”.
Sólo se trata de leer unas cuantas páginas para “sentirse bien”. A diez, veinte, treinta pesos, se venden en librerías, supermercados y hasta estaciones de servicio. El bolsillo parece inclinar la balanza: una sesión psicológica puede costar veinte, treinta, cincuenta o más de cien pesos, según el profesional y la mutual.

En el mundo literario, la opinión es casi unánime: las críticas destrozan a estos textos, tratándolos, en el mejor de los casos, como un género menor. La otra opción es simplemente ignorarlos. Francisco Senegaglia, presidente del Colegio de Psicólogos de la Provincia, distrito XI, explicó a Hoy: “Leer siempre es bueno. Pero si se compra un libro de autoayuda y se cree que puede resolver un problema, hay algo que anda mal”. Agregó: “Eso no alcanza para estar bien. En los estados angustiosos, cuando se siente algún malestar, es improbable encontrar la solución en los libros”.

Más allá del estilo de la narración o la riqueza del lenguaje, estos libros tienen sentido. Eso sostienen psicólogos, psiquiatras y filósofos. Otra cosa con la que todos concuerdan: no hacen mal a nadie.
Andrés Di Martino, filósofo platense, indicó que “el ser humano busca siempre un referente externo de lo que le pasa. El libro de autoayuda es una producción cultural que instruye, orienta, hace compañía”.
El referente máximo en la categoría es el psicoterapeuta Jorge Bucay, aunque en la actualidad el más vendedor es Robert Kiyosaki, con Padre rico, padre pobre, libro de superación personal que intenta derribar el mito de la necesidad de tener un ingreso elevado para hacerse rico.
Alicia Mesa Garbin, abogada y narradora, explicó: “Muchas personas recurren a los textos de autoayuda porque necesitan identificarse. Cuando los compran es cuando tienen algún problema que los agobia. Los relatos tienen que ver con una realidad social”, agregó.
En alza
La cantidad de títulos de autoayuda registrados en la Agencia Argentina de ISBN (International Standar Book Number) en 1990 fue 41, cifra que subió sin parar hasta los 304 en 2004 -129 en el primer sem estre-. En lo que va de 2005, se registraron 154, según la Cámara Argentina del Libro.
Roberto De Lucia, propietario de Diagonal Libros, expresó: “Los libros de autoayuda tienen salida asegurada, en especial los de Bucay. La mayoría de los libros que tengo son de historia, por las características de la librería, pero siempre vendo mucho de autoayuda”, confesó.
El “fenómeno Bucay” muestra la tendencia de los consumidores -en La Plata y el resto del país-: todos sus libros fueron best sellers. El camino de la autodependencia lleva 34 ediciones; El camino del encuentro, 24; y El camino de la felicidad, 18."

Junto a Jorge Bucay - el representante local - las listas de "los más vendidos" casi nunca prescinden de algún ejemplar de quien se ha transformado en el exponente máximo del género: Paulo Coelho (foto). La causa de su éxito indiscutido ha sido analizada por Pablo Semán en su artículo "Retrato de un lector de Paulo Coelho" en el cual antropólogo acompaña a Edilson, habitante de una favela brasileña, en su aproximación e intepretación de "El Alquimista". La lectura de este libro, sus creencias espiritistas y afrobrasileñas, la voluntad de consumo y de ascenso social confluyen para ayudar a Edilson a tomar las decisiones que le impone el mundo neocapitalista. Es a través de los objetos que le ofrece el mercado reinterpretados de acuerdo a su matriz cultural precapitalista que él puede asumir el riesgo y la incertidumbre de mercado laboral neoliberal.

Aunque cada uno de uds. tiene elaborada su propia red conceptual, les dejo también la que yo construí a partir del texto para que puedan extraer de ella la información que necesiten:

(haciendo click sobre la red, vas a poder verla en pantalla completa)



Unidad 3 - ¿Literaturas populares o fenómenos de mercado? - Presentación

Esta nueva unidad se encuentra orientada a preguntarnos por el consumo de determinados géneros literarios cuya calidad y cuyo carácter mercantil son fuertemente cuestionados por parte de los miembros consagrados y legítimos de las repectivas Academias. El bloque se halla dividido en tres partes que articulan distintos fenómenos de la literatura popular o de masas:
  • Autoayuda y best-sellers: apropiaciones y sentidos en la lectura de Paulo Coelho. Clases medias y sectores populares, consumos compartidos, sentidos diferentes.
  • Los relatos de la historia: la historia de divulgación en el consumo de la clase media. Nacionalismo e Historia. El debate historiográfico: Academia vs. Divulgación.
  • Cómic e historieta. La gráfica como género literario. Funciones. “Patoruzú” e “Isidoro” como representaciones sociales/representaciones nacionales.
En cada una de estas subunidades enfatizaremos el rol del lector, el ejercicio de su poder de agencia y la influencia que sobre sus elecciones tienen el mercado y los medios. Es objetivo es, entonces, confrontar las diferentes perspectivas que sobre estas lecturas populares articulan los distintos actores sociales en función de sus intereses y de sus posiciones en el campo social.
La relación con el mercado, nos introduce en una problemática general que atraviesa a la literatura de autoayuda, a la divulgación histórica y, en menor medida, al cómic en tanto género "menor": se trata de la cuestión de los best sellers y su debatida calidad literaria. A propósito de este tema, leímos en clase parte del artículo "Ataque y defensa del best seller" aparecido en la Revista Ñ del diario Clarín el 17 de enero de 2004. Allí, Ezequiel Martínez afirmaba

"En la década del 90, bastaba con que la popular conductora Oprah Winfrey recomendara un libro en su programa de televisión para que al día siguiente el título en cuestión se agotara en todas las librerías de los Estados Unidos. No importaba tanto el autor, el género o la trama: a su audiencia —estimada en 14 millones de espectadores—, le alcanzaba con que Oprah lo bendijera para transformarlo en un best seller de supermercado, de ésos que la crítica especializada huele con la nariz fruncida mientras especula sobre su fecha de vencimiento.

Un efecto similar se producía en Francia en los 80, cuando desde su programa "Apostrophes", el periodista Bernard Pivot logró que un ciclo dedicado a los libros se convirtiera en uno de los de mayor rating en la historia de la televisión francesa. Claro que Pivot solía tener entre sus invitados a Georges Simenon, a Vladimir Nabokov, a las dos Marguerites —Duras y Yourcenar—, entre otras celebridades literarias. Pero en su caso, y aunque se tratara de autores desconocidos, el comentario halagador de un título equivalía a empujarlo instantáneamente a la lista de los más vendidos. Entonces ningún crítico ponía el grito en el cielo.

Salvando las evidentes distancias entre los programas de Winfrey y Pivot, los best sellers gestados en sus programas son el reflejo de un debate en pleno auge: ¿los libros que logran vender millones son producto de poderosas estrategias de marketing y publicidad? ¿Son literatura menor, productos prefabricados para un lector que sólo quiere consumir narraciones pasatistas, obvias y previsibles? En los últimos años, la palabra "best seller" se transformó en una mala palabra, en un adjetivo peyorativo que envuelve a ciertos autores que parecen ceñirse a una fórmula segura de éxito: ahí figuran John Grisham, Stephen King, Tom Clancy, Wilbur Smith, Mary Higgins Clark, Robin Cook, Sidney Sheldon, Danielle Steel, y también Paulo Coelho, Isabel Allende, Arturo Pérez Reverte, o entre los nuestros, Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Marcos Aguinis o Federico Andahazi.

Más tarde o más temprano, a todos ellos se los acusó por tener un éxito casi obsceno con sus libros. Como si figurar entre los más vendidos significara haberse vendido a una receta triunfal: el melodrama sentimental, la intriga internacional, el misterio psicológico, el thriller farmacéutico o el terror paralizante, a través de un estilo —y aquí es donde apuntan las mayores críticas de la elite literaria— sencillo, claro y de escaso riesgo. La paradoja es que también autores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o José Saramago han escrito best sellers —y ni hablar de la estrella del rubro, la inglesa J. K. Rowling con su saga de Harry Potter—, pero nadie ha puesto en duda sus intenciones o las virtudes de su prosa, lo que deja sin demostración el teorema de que cantidad no es simétricamente proporcional a calidad. Tal vez sea porque a la hora de explicar lo que es un best seller surgen demasiadas variantes y un exceso de equívocos."

A continuación, el artículo analiza las falsas dicotomías a partir de las cuales se ha juzgado e interpretado el fenómeno del best seller a fin de desacreditar a un fenómeno que suscita los odios y rencores de gran parte de la comunidad intelectual. Estos pares de opuestos que enfrentan a la "Literatura" y a los "Best Sellers", podrían sintetizarse de la siguiente forma: venta a la largo plazo vs. venta rápida; calidad vs. cantidad; complejidad y elabroración vs. facilismo y poca profundidad; consumo de "entendidos" vs. consumo de masas; durabilidad vs. existencia efímera; indiferencia mediática vs. publicidad y marketing. Tal como hace el artículo que citamos nuestro objetivo será deconstruir estas dicotomías, relativizarlas y tratar de comprender las causas por las cuales los lectores recurren a estos nuevos formatos.

8 jun 2008

La religiosidad popular - Pablo Semán