19 jun 2008

Historia, política y best sellers

Esta segunda parte de la unidad titulada “¿Literatura de masas o fenómenos de mercado?” tiene como principal finalidad la problematización de los programas televisivos y los productos literarios dedicados a la divulgación histórica. Tal como sostiene Pablo Semán, el boom de la literatura de divulgación se correspondió temporalmente con la crisis que sufrió la Argentina y que estalló en 2001. En efecto, el sector social más afectado por la situación crítica que vivió nuestro país en ese momento fue la clase media y no es casual que sea este mismo grupo el que se vuelca a la lectura de estos nuevos productos que ofrece el mercado literario. Esta observación permite a Semán a firmar que el problema de estos nuevos consumos relacionados a la historia - que los libros de Pigna, Lanata y Aguinis supieron convocar - se inscriben, en realidad, en una problemática más amplia que refiere al complejo vínculo entre las clases medias, la literatura de masas y el compromiso político. Son dos los interrogantes que el autor se plantea antes de iniciar su análisis, a saber: ¿cuál es el valor político de la aparición y circulación estos libros? y ¿cuál es su relación con la vida política del país y con las representaciones de nación que la constitución? ante las preguntas, ensaya una respuesta tentativa: "estos libros han mediado en la reconstitución de los sentimientos nacionales y de los compromisos políticos, en una secuencia que ha pasado de expresar la distancia y la expatriación simbólica a enunciar ciertas formas de compromiso político."

De esta manera, la distancia, le reproche y la voluntad de ser argentinos se enlazan como instancias sucesivas en la búsqueda de una explicación de nuestra historia y nuestro presente que nos permita, a la vez, reconstituirnos como nación. Así, luego de un primer momento de alejamiento emocional o, incluso, físico de la Argentina, se produce un cuestionamiento sumamente crítico del papel que las clases dirigentes han cumplido en la configuración de un pasado y un presente donde la desigualdad y la injusticia social han permanecido como constantes históricas. Sin embargo, a este momento negativo sigue uno positivo cuyo principal propósito es plantear formas alternativas de compromiso político y de participación ciudadana a partir de la revalorización de los modelos que nos ofrece la historia nacional.

Aun reconociendo la pertinencia en una de las críticas historiográficas que Hilda Sábato y Mirta Lobato, entre otros, efectúan a estos productos masivos, Semán prefiere eludir el criterio valorativo para centrarse en la razón de los consumos y en el ejercicio del poder de agencia de los lectores por sobre aquello que les propone el texto. Tal como afirma Beatriz Sarlo, las disputas que sobre el tema tuvieron lugar en distintos medios de comunicación se originan más en una preocupación por legitimar la propia posición que los agentes ocupan el espacio social (ya sea académico o mediático) que en un auténtico interés que concierna las formas de narrar la historia nacional. En síntesis, aun cuando sea la escuela el lugar tradicionalmente destinado a promover la reflexión, lo cierto es que estos discursos promueven una forma especial de reflexión social por descentramiento que se encuentra ausente el ámbito escolar. Su calidad no merma el hecho de que son socialmente eficaces dado que apelan a representaciones y percepciones preexistentes en las clases medias argentinas.

A fin de analizar los usos de la historia, Semán no sólo recurre a los textos mismos sino que fundamentalmente observa una de las instancias privilegiadas de encuentro entre lectores y escritores: la feria del libro. Asiste entonces a las presentaciones de “El atroz encanto de ser argentinos" de Marcos Aguinis, “ADN” de Jorge Lanata y "Los mitos de la historia Argentina 2" de Felipe Pigna que tiene en la feria en 2005. A partir del estudio etnográfico de las performances, consigue identificar la visión del pasado y el objetivo que persigue cada uno de los autores así como el público que asiste en cada uno de los casos y la relación que establece con el mensaje textual. Podríamos sintetizar en el siguiente cuadro comparativo de similitudes y diferencias estos criterios permiten advertir entre los distintos autores:


AGUINIS

LANATA

PIGNA

Visión del pasado

“Edad de oro” ubicada entre 1880-1930 (surgimiento y auge de la clase media)

Lucha entre la Argentina real/la Argentina ficticia (la primera compuesta por la “gente" y la segunda por los dirigentes)

Enfrentamiento entre el federalismo-democrático y el unitarismo-autoritario

Público

Clase media/media alta

Clase media

Clase media y media baja. Mayor porcentaje de jóvenes.

Énfasis

Voluntad de ser argentinos

Reproche

Reproche ­­­­­ y voluntad de ser argentinos

Carácter de la presentación

­­ Político

Periodístico

Mediático

Objetivo

Restauración del proyecto liberal - antiperonismo

Crítica al neoliberalismo-militancia de corte populista

A manera de conclusión, Pablo Semán afirma el potencial político que estos textos tienen para un público que busca las causas del desencanto político sufrido por la coyuntura de 2001. Recurren al pasado para reconstituir su identidad nacional a partir de la revalorización del pasado y de sus héroes, para descubrir una nueva forma de ser argentinos en medio de la crisis.

14 jun 2008

La literatura de autoayuda: sobre "un lector de Paulo Coelho"

El fenómeno de la literatura de autoayuda es, indudablemente, uno de los más llamativos en los últimos años. A propósito de esto, el diario platense "Diario hoy" publicó un artículo de Luciano Gravellone titulado "Nuevo boom de los libros de autoayuda" en el cual se informaba del impacto de este nuevo género literario en los lectores argentinos:

"Jorge Bucay, John Gray, Andrés Perciavale, Osho y Daniela Di Segni ganaron un espacio -cada vez más grande- en las bibliotecas platenses. Se trata de autores que, con diferentes técnicas, poblaron el mercado con textos de autoayuda y superación personal.
Quedarse en uno mismo. Dejar de fumar. Amasar fortunas. Ser exitoso en el trabajo o las relaciones sexuales. Los títulos abruman y colman las góndolas de las librerías. Se ofrecen como manuales de supervivencia o guías para vivir mejor. La tentación es fuerte, por eso se transformaron en un éxito.
Verónica Moreno, empleada en Rayuela, explicó a Hoy que “la tendencia es comprar la línea de autoayuda. Siempre se venden bien, son como un reemplazo del psicólogo”.
Sólo se trata de leer unas cuantas páginas para “sentirse bien”. A diez, veinte, treinta pesos, se venden en librerías, supermercados y hasta estaciones de servicio. El bolsillo parece inclinar la balanza: una sesión psicológica puede costar veinte, treinta, cincuenta o más de cien pesos, según el profesional y la mutual.

En el mundo literario, la opinión es casi unánime: las críticas destrozan a estos textos, tratándolos, en el mejor de los casos, como un género menor. La otra opción es simplemente ignorarlos. Francisco Senegaglia, presidente del Colegio de Psicólogos de la Provincia, distrito XI, explicó a Hoy: “Leer siempre es bueno. Pero si se compra un libro de autoayuda y se cree que puede resolver un problema, hay algo que anda mal”. Agregó: “Eso no alcanza para estar bien. En los estados angustiosos, cuando se siente algún malestar, es improbable encontrar la solución en los libros”.

Más allá del estilo de la narración o la riqueza del lenguaje, estos libros tienen sentido. Eso sostienen psicólogos, psiquiatras y filósofos. Otra cosa con la que todos concuerdan: no hacen mal a nadie.
Andrés Di Martino, filósofo platense, indicó que “el ser humano busca siempre un referente externo de lo que le pasa. El libro de autoayuda es una producción cultural que instruye, orienta, hace compañía”.
El referente máximo en la categoría es el psicoterapeuta Jorge Bucay, aunque en la actualidad el más vendedor es Robert Kiyosaki, con Padre rico, padre pobre, libro de superación personal que intenta derribar el mito de la necesidad de tener un ingreso elevado para hacerse rico.
Alicia Mesa Garbin, abogada y narradora, explicó: “Muchas personas recurren a los textos de autoayuda porque necesitan identificarse. Cuando los compran es cuando tienen algún problema que los agobia. Los relatos tienen que ver con una realidad social”, agregó.
En alza
La cantidad de títulos de autoayuda registrados en la Agencia Argentina de ISBN (International Standar Book Number) en 1990 fue 41, cifra que subió sin parar hasta los 304 en 2004 -129 en el primer sem estre-. En lo que va de 2005, se registraron 154, según la Cámara Argentina del Libro.
Roberto De Lucia, propietario de Diagonal Libros, expresó: “Los libros de autoayuda tienen salida asegurada, en especial los de Bucay. La mayoría de los libros que tengo son de historia, por las características de la librería, pero siempre vendo mucho de autoayuda”, confesó.
El “fenómeno Bucay” muestra la tendencia de los consumidores -en La Plata y el resto del país-: todos sus libros fueron best sellers. El camino de la autodependencia lleva 34 ediciones; El camino del encuentro, 24; y El camino de la felicidad, 18."

Junto a Jorge Bucay - el representante local - las listas de "los más vendidos" casi nunca prescinden de algún ejemplar de quien se ha transformado en el exponente máximo del género: Paulo Coelho (foto). La causa de su éxito indiscutido ha sido analizada por Pablo Semán en su artículo "Retrato de un lector de Paulo Coelho" en el cual antropólogo acompaña a Edilson, habitante de una favela brasileña, en su aproximación e intepretación de "El Alquimista". La lectura de este libro, sus creencias espiritistas y afrobrasileñas, la voluntad de consumo y de ascenso social confluyen para ayudar a Edilson a tomar las decisiones que le impone el mundo neocapitalista. Es a través de los objetos que le ofrece el mercado reinterpretados de acuerdo a su matriz cultural precapitalista que él puede asumir el riesgo y la incertidumbre de mercado laboral neoliberal.

Aunque cada uno de uds. tiene elaborada su propia red conceptual, les dejo también la que yo construí a partir del texto para que puedan extraer de ella la información que necesiten:

(haciendo click sobre la red, vas a poder verla en pantalla completa)



Unidad 3 - ¿Literaturas populares o fenómenos de mercado? - Presentación

Esta nueva unidad se encuentra orientada a preguntarnos por el consumo de determinados géneros literarios cuya calidad y cuyo carácter mercantil son fuertemente cuestionados por parte de los miembros consagrados y legítimos de las repectivas Academias. El bloque se halla dividido en tres partes que articulan distintos fenómenos de la literatura popular o de masas:
  • Autoayuda y best-sellers: apropiaciones y sentidos en la lectura de Paulo Coelho. Clases medias y sectores populares, consumos compartidos, sentidos diferentes.
  • Los relatos de la historia: la historia de divulgación en el consumo de la clase media. Nacionalismo e Historia. El debate historiográfico: Academia vs. Divulgación.
  • Cómic e historieta. La gráfica como género literario. Funciones. “Patoruzú” e “Isidoro” como representaciones sociales/representaciones nacionales.
En cada una de estas subunidades enfatizaremos el rol del lector, el ejercicio de su poder de agencia y la influencia que sobre sus elecciones tienen el mercado y los medios. Es objetivo es, entonces, confrontar las diferentes perspectivas que sobre estas lecturas populares articulan los distintos actores sociales en función de sus intereses y de sus posiciones en el campo social.
La relación con el mercado, nos introduce en una problemática general que atraviesa a la literatura de autoayuda, a la divulgación histórica y, en menor medida, al cómic en tanto género "menor": se trata de la cuestión de los best sellers y su debatida calidad literaria. A propósito de este tema, leímos en clase parte del artículo "Ataque y defensa del best seller" aparecido en la Revista Ñ del diario Clarín el 17 de enero de 2004. Allí, Ezequiel Martínez afirmaba

"En la década del 90, bastaba con que la popular conductora Oprah Winfrey recomendara un libro en su programa de televisión para que al día siguiente el título en cuestión se agotara en todas las librerías de los Estados Unidos. No importaba tanto el autor, el género o la trama: a su audiencia —estimada en 14 millones de espectadores—, le alcanzaba con que Oprah lo bendijera para transformarlo en un best seller de supermercado, de ésos que la crítica especializada huele con la nariz fruncida mientras especula sobre su fecha de vencimiento.

Un efecto similar se producía en Francia en los 80, cuando desde su programa "Apostrophes", el periodista Bernard Pivot logró que un ciclo dedicado a los libros se convirtiera en uno de los de mayor rating en la historia de la televisión francesa. Claro que Pivot solía tener entre sus invitados a Georges Simenon, a Vladimir Nabokov, a las dos Marguerites —Duras y Yourcenar—, entre otras celebridades literarias. Pero en su caso, y aunque se tratara de autores desconocidos, el comentario halagador de un título equivalía a empujarlo instantáneamente a la lista de los más vendidos. Entonces ningún crítico ponía el grito en el cielo.

Salvando las evidentes distancias entre los programas de Winfrey y Pivot, los best sellers gestados en sus programas son el reflejo de un debate en pleno auge: ¿los libros que logran vender millones son producto de poderosas estrategias de marketing y publicidad? ¿Son literatura menor, productos prefabricados para un lector que sólo quiere consumir narraciones pasatistas, obvias y previsibles? En los últimos años, la palabra "best seller" se transformó en una mala palabra, en un adjetivo peyorativo que envuelve a ciertos autores que parecen ceñirse a una fórmula segura de éxito: ahí figuran John Grisham, Stephen King, Tom Clancy, Wilbur Smith, Mary Higgins Clark, Robin Cook, Sidney Sheldon, Danielle Steel, y también Paulo Coelho, Isabel Allende, Arturo Pérez Reverte, o entre los nuestros, Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Marcos Aguinis o Federico Andahazi.

Más tarde o más temprano, a todos ellos se los acusó por tener un éxito casi obsceno con sus libros. Como si figurar entre los más vendidos significara haberse vendido a una receta triunfal: el melodrama sentimental, la intriga internacional, el misterio psicológico, el thriller farmacéutico o el terror paralizante, a través de un estilo —y aquí es donde apuntan las mayores críticas de la elite literaria— sencillo, claro y de escaso riesgo. La paradoja es que también autores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o José Saramago han escrito best sellers —y ni hablar de la estrella del rubro, la inglesa J. K. Rowling con su saga de Harry Potter—, pero nadie ha puesto en duda sus intenciones o las virtudes de su prosa, lo que deja sin demostración el teorema de que cantidad no es simétricamente proporcional a calidad. Tal vez sea porque a la hora de explicar lo que es un best seller surgen demasiadas variantes y un exceso de equívocos."

A continuación, el artículo analiza las falsas dicotomías a partir de las cuales se ha juzgado e interpretado el fenómeno del best seller a fin de desacreditar a un fenómeno que suscita los odios y rencores de gran parte de la comunidad intelectual. Estos pares de opuestos que enfrentan a la "Literatura" y a los "Best Sellers", podrían sintetizarse de la siguiente forma: venta a la largo plazo vs. venta rápida; calidad vs. cantidad; complejidad y elabroración vs. facilismo y poca profundidad; consumo de "entendidos" vs. consumo de masas; durabilidad vs. existencia efímera; indiferencia mediática vs. publicidad y marketing. Tal como hace el artículo que citamos nuestro objetivo será deconstruir estas dicotomías, relativizarlas y tratar de comprender las causas por las cuales los lectores recurren a estos nuevos formatos.

8 jun 2008

La religiosidad popular - Pablo Semán