28 ago 2008

Crónicas del aguante en la Alianza Francesa

Como parte del ciclo 2008 "¿Qué piensan...?" organizado conjuntamente por la Alianza Francesa y la Secretaria de Cultura de la Universidad Nacional del Sur, el jueves próximo pasado tuvo lugar la una conferencia dictada por el Dr. Pablo Alabarces y titulada "Crónicas del aguanto: fútbol, violencia y política". Dado que algunos de uds. me pidieron que les grabara la charla y que yo no cuento con un grabador para estas ocasiones, los invito, al menos, a leer las notas que tomé durante la exposición. Invito también a los que estuvieron presentes a añadir sus propias observaciones y opiniones en la sección de comentarios.
Pablo Alabarces es Licenciado en Letras de la UBA (1987), Magister en Sociología de la Cultura porla UNSAM (1999) y PhD por la University of Brighton (2002). Actulamente se desempeña como Profesor Titular del Seminario de Cultura Popular en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires; Investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA e Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CONICET). Ha sido Coordinador del Grupo de Trabajo "Deporte y Sociedad" de CLACSO entre 1999 y 2003. En el segundo semestre de 2003 inauguró, como Profesor Visitante, la Cátedra de Estudios Argentinos de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP), en la República Federal del Brasil. Especialista en análisis cultural y culturas populares, su investigación ha trabajado principalmente sobre el rock, las culturas juveniles y las culturas futbolísticas. Ha publicado los libros Revolución, mi amor. Rock Nacional 1965-1976 (1988, en colaboración con Mirta Varela); Entre gatos y violadores. El rock nacional en la cultura argentina (1993); Cuestión de pelotas. Fútbol, deporte, sociedad, cultura (1996, en colaboración con María Graciela Rodríguez), Deporte y Sociedad (1998, compilador), Peligro de gol. Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina (2000, compilador), y recientemente Fútbol y Patria. El fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina (2002); Futbologías. Fútbol, identidad y violencia en América Latina (2003, compilador); Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política (2004), e Hinchadas (2005), escrito en colaboración con otros miembros de la cátedra (Mariana Conde, Christian Dodaro, Mariana Galvani, José Garriga Zucal, María Verónica Moreira, Javier Palma y Daniel Salerno), junto a numerosos artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Ha sido colaborador permanente del diario Perfil y colaborado en los diarios Clarín, Página 12 y Olé. Desde marzo de 2004 es Secretario de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ciencias Sociales.
Luego de efectuar esta suerte de presentación personal, Alabarces explicó a la audiencia las vicisitudes de su recorrido intelectual que lo condujeron, finalmente, a dedicarse con exclusividad al estudio de las culturas populares y, más adelante, al fenómeno futbolístico. A su entender, el fútbol se ecnuentra en una intersección entre la cultura popular y la cultura de masas en tanto suscita entre sus aficionados una relación afectiva y, a la vez, constituye un espectáculo masivo que, sobre todo con la globalización de los medios de comunicación, convoca público a nivel mundial. De hecho, el Campeonato Mundial de 1990 fue el primero de auténtico carácter global, tal como lo confirmaron los aproximadamente 2 millones de personas que tuvieron acceso mediático a él.
Hasta entonces, pocos libros y publicaciones se habían ocupado del fenómeno, aun cuando cabría suponer un interés mayor de parte de una sociedad cuya cultura futbolística no excluye a los investigadores sociales. Desde las Ciencias Sociales e, incluso, desde la literatura, las aproximaciones al fútbol habían sido escasas, limitándose a los aportes realizados por Arquetti, a una publicación brasilera titulada "El Universo del futbol" y los debates entre Sebreli y Eduardo Galeano a través de repectivos ensayos "Futbol y masas" y "El fútbol a sol y sombra", entre otros. Con los años, sin embargo, el fútbol ha logrado aceptación entre los círculos científicos y ya es un tema legitimado por las instituciones de investigación como CONICET.
La primera cuestión que se plantea Alabarces para abordar esta temática versa sobre el tipo de relación que se establece entre la sociedad argentina y el fútbol. Ciertamente no se trata de un reflejo en tanto los éxitos futbolísticos no se corresponden con la situación del país a nivel internacional (lejos estamos de encontrarnos entre las primeras potencias del mundo de acuerdo a criterios políticos, sociales o económicos), pero resulta indudable que es imprescindible considerarlo al momento de abordar el estudio de las clases populares en la Argentina. Este interés meramente intelectual de Alabarces encontró un espacio institucional de desarrollo cuando Castrilli lo convoca para participar como asesor de la Subsecretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos. Su primera función sería realizar una investigación sobre la problemática de la violencia en el fútbol. Por supuesto, las investigaciones tendrían sólo un valor de diagnóstico en tanto no serían vinculantes, es decir, no tendrían poder de resolución sobre las cuestiones prácticas. Aún así, a partir del trabajo de campo y del contacto con las hinchadas y las instituciones se llevan a cabo las investigaciones en torno a dos ejes: fútbol y nacionalismo y fútbol y violencia.
Para ello, los cientistas sociales parten de la premisa de que la violencia deje de ser un producto del periodismo y de la política para transformarse en una prática explicada por sus protagonistas: la hinchada misma. A partir del trabajo de campo, concluyen que la cultura futbolística argentina se estructura en torno a la cultura del aguante entendido como una estética, una ética y una retórica. De origen dudoso (se debate si se gestó en el ámbito rockero o futbolístic), el aguante es una estética en tanto impone ciertas imágenes de los cuerpos que no responden al estereotipo de belleza contemporáneo. Los cuerpos deben ser gordos, macizos y corpulentos, fuertes y resistentes, aptos para la lucha. Es por eso que cicatrices y tatuajes son sumamente importantes como evidencia del "cuerpo que aguanta". Igualmente, el aguante es una ética, un sistema moral que permite discrimar lo(s) bueno(s) de lo(s) malo(s). Desde esta matriz moral, pelear por defender la bandera, el territorio y, sobre todo, el honor no sólo es positivo sino que es también obligatorio. Por último, el aguante es una retórica, un vocabulario, un sistema de metáforas organizadas en torno a la penetración sexual masculina donde el vencedor ocupa un rol activo y el vencido, el pasivo. (para explicar esto Alabarces recurrió al sketch de Peter Capusotto y sus videos "Fútbol y rock")
En este punto Alabarces indica que, como podemos ver, el hecho de que el futbol no posea una racionalidad concebida en términos científicos, sí resulta perfectamente racional dentro de su propia lógica de las prácticas donde una violación al honor debe ser, ineludiblemente, compensada con otra acción punitiva. De ninguna manera pretende mediante esta explicación, justificar la moral del aguante sino tan sólo comprenderla en tanto no es exclusiva de las clases populares: también las clases medias urbanas participan de ella cuando aprueban las prácticas violentas de su hinchada o reivindican el aguante en los ámbitos rockeros.
Junto a este sistema de valores, se encuentra una organización institucional y política que favorece este tipo de comportamientos. Los hinchas reciben, por su participación en las barras bravas, beneficios simbólicos y económicos por parte de la comunidad y de los clubes mismos. Los simbólicos incluyen la certeza de integrar un colectivo y de formar parte de una comunidad de pares verificable corporalmente, de poseer el control sobre cierto territorio y de ser detentores de una cierta legitimidad social (en la charla se trajo a colación el hecho de algunos hinchas afirman que, al ser reconocidos como tales, reciben un trato preferencial en hospitales y otras instituciones) La legitimidad es tal que muchos dirigentes políticos, estrechamente ligados al fenómeno de la violencia en el futbol, son elegidos por los ciudadanos para ocupar cargos de cada vez mayor poder a nivel nacional, provincial o local.
Las ventajas económicas, por su parte, provienen de la mercantilización del aguante que se convierte en un capital que somete al intercambio. Es entonces cuando la hinchada de convierte en Barra Brava, en el momento que la posesión de aguante se convierte en una mercancía que utilizan las autoridades de los clubes y las distintas instancias de poder político. Líderes sindicales, partidarios y sindicales contratan a los barra brava para que, a cambio de favores, dinero, trabajo, etc., actúen como personal de seguridad en distintos eventos. En este contexto, las relaciones que se generan entre los hinchas son sumamente complejas dado que, en varios ocasiones, se ven obligados a reprimir a sus pares y compañeros de hinchada.
Las prácticas de la hinchada y el fenómeno de la violencia se inserta entonces en una compleja estructura que incluye a los organismos del fútbol, con su negociados y corruptelas. En ese marco, al reclamar su parte, la Barra Brava considera no estar pidiendo más que una tajada de lo que genera la corrupción estructural del fútbol argentino. Alabarces señala que esta situación no es nueva, sino que está presente en nuestro país desde hace, al menos, 25 años para quien quisiera verlo. Durante la década del 70, considerando el vínculo estrecho que se estableció entre violencia estatal y paraestatal, se generó una relación perversa entre los grupos del ámbito futbolístico y el Estado. De hecho, tanto el reglamento de la AFA como la presidencia de Julio Grondona data de esa década y, desde entonces, han acompañado todo lo sucedido en el fútbol argentino.
¿Qué hacer?
Con esta última pregunta y algunas posibles respuesta finaliza Alabarces su conferencia. ¿Qué es necesario hacer para solucionar el probelma de la violencia en el fútbol? ¿Para que la cancha pueda volver a ser un lugar de encuentro y de disfrute para todos? Usualmente se cita el caso inglés como ejemplo exitoso de transformación de este problema. Luego de las trágicas 98 muertes que tuvieron lugar en un estadio británico, el Parlamento encomienda a Lord Taylor la confección de un informe para realizar un diagnóstico certero de la situación. El Taylor report, de 1989, concluye que es la misma policía británica, cegada por su pánico a los hinchas, la que pierde el control de las masas y actúa violentamente potenciando la violencia de la hinchada. Partiendo de la diferencia entre security y safety, los británicos llegan a la conclusión de que el problema del fútbol es un asunto de safety no de security y,por lo tanto, debe resolverse con una mejora en las condiciones de las canchas: eliminando las rejas que separan a la tribuna del campo (es preferible que la tribuna invada el campo antes que mueran aplastados), añadiendo salidas de emergencia para facilitar la evacuación (en 8 minutos se vacía el estadio), haciendo más confortables las instalaciones, entre otras medidas.
Estas son las transformaciones que, según Alabarces, deberían hacerse en nuestro país. Sin embargo, no son suficiente porque mientras los organismos del fútbol sigan promoviendo la acción de las barras bravas, la violencia seguirá existiendo. La única posibilidad consistiría en que el Estado argentino intervenga estas entidades para modificar sus normas de funcionamiento y su dirigencia. Como esto resulta prácticamente impracticable en las condiciones actuales de nuestras instituciones, propone una segunda opción que, aunque de difícil realización, es más factible que la anterior: es necesario que se reconozca a las hinchadas como interlocutores válidos y que ellas mismas se organicen como organismos de la sociedad civil (nuevamente Inglaterra es el ejemplo con su Federación inglesa de hinchas). El único mecanismo viable sería entonces que los hinchas actúen colectivamente y negocien las cuestiones que atañen a la safety dentro de la cancha mediante formas de presión como la huelga. Sólo a través del empoderamiento de la sociedad será posible restituir al fútbol su carácter festivo.


1 comentarios:

Unknown dijo...

me acaban de salvar la vida con este texto :D gracias