15 abr 2008

Dominocentrismo o dominomorfismo: el dilema del investigador

Texto de lectura obligatoria: C. Grignon y J.C. Passeron, Lo culto y lo popular: miserabilismo y populismo en la sociología y en la literatura, Nueva Visión, Buenos Aires, 1989. [selección]

El tercer capítulo de la obra de C. Grignon y J.C. Passeron comienza con una crítica a las posturas legitimistas presentes en el análisis sociológico. Para los autores, esta perspectiva define a las clases populares tan sólo en referencia a las clases dominantes, despojándolas de referencias propias e imponiéndoles una homogeneidad ficticia.

El dominocentrismo que subyace a esta teoría se sostiene sobre una supuesta equivalencia entre los órdenes simbólico, social y natural. Grignon, por su parte, intenta efectuar una ruptura con el legitimismo mediante la introducción de la diversidad en el seno de las clases populares. La segmentación que propone se realiza, no obstante, de acuerdo a esquemas construidos para dar cuenta de las diferencias dentro de la clase dominante. El concepto bourdiano de capital – económico, social y cultural – articula el análisis de las variaciones. A los grupos sociales – delimitados fundamentalmente por cuestiones técnicas, económicas, culturales o regionales – corresponderían, entonces, subculturas populares con gustos y modos de vida similares que reproducen la estratificación de la cima del espacio social. La ambivalencia que plantea el autor como elemento imprescindible para paliar los efectos de la mirada dominocéntrica no parece suficiente. Aún cuando se intente establecer un equilibrio entre recursos y restricciones, ellas continúan siendo definidas en función de la cultura dominante.

El dominomorfismo – utilización de categorías sociológicas creadas para estudiar a las clases privilegiadas – es propuesto por Grignon como una primera instancia de distanciamiento respecto a las posiciones etnocéntricas. A través de él, podríamos descubrir las particularidades de la cultura popular y la doble dimensión que mencionamos anteriormente. La función rupturista del concepto, cuyo principal mérito es restaurar la continuidad del espacio social, justificaría la homologación teórica entre clases.

Sin embargo, ¿el dominocentrismo no subyace también a una metodología y un bagaje conceptual dominomórfico? Ambos imponen a las clases subalternas una lógica que no es la propia, entonces ¿qué potencial de cuestionamiento tiene en verdad este segundo término? Además, una vez lograda esta primera supuesta ruptura ¿qué camino debe seguir el investigador para despojarse totalmente del etnocentrismo de clase en su análisis de lo popular? ¿Es posible realizar exitosamente este distanciamiento?

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